En la carcèl se encontro con otros buenos muchachos que no lo recibieròn de la mejor forma por lo que tuvo que defender su lugar a piñas. Con la nariz rota y la ropa manchada se mantuvo de pie hasta que el comisario le dio un mejor lugar. Incomunicado, en la soledad de una habitación muda. Tuvo la oportunidad de llamar a un abogado y eso fue lo que hizo. El hombre no tardaría en llegar, mientras tanto probo la comida del lugar y se puede decir que quedo bastante conforme, tanto como para pedir una segunda porciòn. Lo miraron con cara de culo, por lo que tuvo que conformarse con lo que ya se habìa tragado. Intento dormir, pero el piso estaba demasiado duro y frìo como para poder hacerlo. La noche fue una buena excusa para cantar aunque no tenía mucho entusiasmo y se lo notaba muy preocupado. Le hubìera caìdo mejor una cerveza. Y un paseo por la rambla al lado de una rubia, pero todo no se puede en la vida, y mucho menos cuando te acusan de asesinato. Tampoco podìa darse el lujo de perder la calma porque ese tipo de cosas siempre terminan mal para el que es un pobre diablo. Casi sin darse cuenta se quedo dormido hasta que a las cuatro de la mañana los gritos del comisario lo hicìeron
saltar como una langosta. Espero unos segundos y la puerta de su celda se abriò con un sonido métalico desnudo de todo calor.
lunes, 24 de diciembre de 2007
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